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Cádiz cuenta por fin con un monumento a la Constitución Española de 1978. Mucho ha dado que hablar y supongo que seguirá dando. Sin duda cualquier actuación pública desata comentarios y opiniones, unas acertadas y otras, digamos que un poco desorientadas. En estos días pasados me he sentido diana de dardos y jarrón de flores, ni lo uno ni lo otro son en absoluto lo que me ha motivado jamás. Si me gustaría aclarar que todo, y cuando digo todo no sólo me refiero a lo intrínsecamente artístico, es interpretado. Y por lo tanto se transforma debido a la subjetividad que el espectador posee y proyecta. También es un hecho que la realidad posee distintos niveles de interpretación y que estos se corresponden con el conocimiento y la amplitud de miras del que observa esa determinada realidad. Por último quisiera permitirme dar un consejo a los que frente a lo que no coincide con lo que esperan lo descalifican: Salid de vuestra caverna.