Autor: Luis Quintero

Hablando con un buen amigo sobre la confusión existente en la utilización del término “joven” y su exorbitante uso por parte del común. Llegábamos a la conclusión de que el adjetivo está sufriendo un cambio, quizás debido a tanto afán rejuvenecedor, y que ahora se utiliza más para medir al espíritu que al cuerpo. Él decía “se deja de ser joven cuando se tienen preocupaciones”, gran verdad. Cuantos niños agobiados por la necesidad tienen que trabajar pronto y duro, y en esa desmesura dejan de serlo. Y cuantos otros, que lejos de preocupaciones y agobios prolongan su juventud hasta la patética puerilidad con que se nos muestran.

No hay manera de hacer ver lo que no se quiere. El superpredador por excelencia no quiere ver los estragos que causa allá donde pone los dividendos, aunque esto conlleve muerte, dolor y sufrimiento a aquel que no compartirá nunca las ganancias. Hoy he visto el documental “Earthlings” en el  se muestra lo mal que lo hacemos en relación con nuestros compañeros de viaje: otras especies animales. Entiendo que la ocupación de matarife no es agradable, pero de ahí a transformarla en un gesto que roza lo inhumano dista un abismo. Con los perros que convivo mantengo una relación entre el amor y la paranoia. No sé a ciencia cierta si viven bien o mal, yo supongo que bien pero a veces en su mirada capto algo que puede parecer tristeza, y eso que no han visto el documental.

Pues aquí estamos, padeciendo una alergia más como todo dios, y el que no padezca ninguna, tranquilo, ya la padecerá . Antes cuando comíamos menos y mejor sólo padecían alergias los que, por una u otra razón, poseían una predisposición genética para ello. Pues ahora no, las alergias también se han democratizado y es cosa de todos. Si es que con la democratitis que nos invade hasta el adn anda descolocado. Y yo que creo que a lo que tengo alergia es a Moneo.